martes, 22 de diciembre de 2015

MICHEL FOUCAULT : EJERCICIOS ESPIRITUALES PARA MATERIALISTAS



Luis Roca Jusmet

 ( Artículo aparecido en el número 16 de la revista Cuestiones de filosofía, editado por la Universidad de Pedagogía y Tecnología de Colombia)

 Resumen

Se defiende una de las propuestas de Michel Foucault en sus últimos años: la de unos ejercicios espirituales para materialistas. Al respecto, se analiza la relación histórica que establece Michel Foucault entre filosofía y espiritualidad, y cómo la pérdida de la espiritualidad de la filosofía está relacionada con la influencia progresiva de la teología y no de la ciencia. También se esboza la noción de cuidado de sí, de ejercicios espirituales, desde la filosofía helenista y romana. A partir de la comparación de este planteamiento foucaultiano con el de Pierre Hadot, de quien tomara el término ejercicio espiritual para referirse a las prácticas de la filosofía antigua, se pueden contrastar sus planteamientos con los del espiritualista Hadot, y concluir que, en ningún caso, es posible entender que Foucault deriva en sus últimos años hacia alguna forma de espiritualismo. Tampoco es justo considerar que el planteamiento de Foucault se dirige hacia un dandismo de tipo esteticista. Michel Foucault siempre considerará el cuidado de sí en relación con los otros. Se trata, finalmente, de cómo equilibrar la ética con la política, es decir, el gobierno de sí y el gobierno de los otros, sin recurrir a ninguna trascendencia espiritualista.

Palabras clave: Cuidado de sí, Ejercicios espirituales, Ética, Michel Foucault, Pierre Hadot.



1. La filosofía como ejercicio espiritual

Espiritualidad es un término absolutamente impensable en la obra del Foucault anterior a los años ochenta; pero a partir del giro que da a principios de esta década, será un término que utilizará sin complejos; su influencia vendrá del término ejercicios espirituales, utilizado por Paul Rabbow y, sobre todo, por Pierre Hadot en sus estudios sobre las prácticas antiguas. La publicación del curso de 1982 del Collège de France será la clave para entender esta nueva problemática. Este curso Foucault lo tituló La hermenéutica del sujeto. Hay que constatar, de todas formas, que Foucault no considera que este desplazamiento implique una ruptura, sino que lo presenta como una nueva manera de analizar lo que siempre le ha interesado; en esta temática el hilo conductor de sus trabajos sería la relación entre el sujeto y la verdad. Foucault parte de una hipótesis fuerte formulada en el seminario anterior, que tituló, precisamente, Subjetividad y verdad; lo que afirma es que las raíces de nuestra concepción de la sexualidad no se encontrarían en la tradición judeocristiana, sino en las bases paganas (grecorromanas); por otra parte, sería también en esta época que comenzaría la subjetividad. En el mundo griego antiguo la ética se entendería como forma vida, no como relación con uno mismo, que es el significado que le da Foucault a la noción de sujeto moral.

Foucault considera que en Grecia el conócete a ti mismo aparece siempre vinculado al cuídate a ti mismo. Sócrates es el iniciador de una consideración en la que hay que conocerse para ocuparse de uno mismo. La finalidad del autoconocimiento es, de esta manera, práctica; este planteamiento está presente tanto en la filosofía antigua como en los inicios del cristianismo. La noción griega es la de epitemelia heautou e implica varias cosas: una actitud con respecto a uno mismo, con respecto a los otros y con respecto al mundo; es también una manera de atención y de mirada, se trata de trasladarlas hacia uno mismo para transformarse. Esta transfiguración se hace a través de unas acciones y de unas prácticas que denomina ejercicios espirituales. Esta es la espiritualidad de la filosofía para Foucault, la que hace del conocimiento una forma de cambio interno. La manera como la verdad transforma al sujeto en la filosofía antigua (recordemos: griega, romana y cristiana) tiene en Sócrates y en Platón la forma de iluminación a través del amor; pero también puede entenderse como un trabajo, y aquí es donde sitúa Foucault los ejercicios espirituales que proponen la filosofía helenística y romana.


LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE MARCO AURELIO





La ciudadela interior


Pierre Hadot
Prólogo de Arnold I.Davinson
( Tradución de María Cucurella Miquel)
Barcelona : Alpha decay, 2013

 Escrito por Luis Roca Jusmet

 En el imaginario cinematográfico de mi generación, Marco Aurelio era el gran actor inglés Alec Guinnes, uno de los protagonistas de La caída del Imperio Romano. En el imaginario de nuestros jóvenes es otro gran actor, igualmente inglés, Richard Harris, en Gladiator. Siempre la misma imagen, la del emperador-sabio que sucumbe frente al hijo perverso. Marco Aurelio es, para Erasmo de Rotterdam en su Elogio de la locura, el ejemplo del desastre al que conduce el filósofo-rey de Platón. No sabemos si hay que entender irónicamente o literalmente el elogio a la sinrazón de uno de los precursores de la racionalidad moderna y como hay que interpretar este juicio sobre Marco Aurelio. El lúcido y amargo Cioran, finalmente, nos dice en uno de sus aforismos que prefiere el escepticismo de un Emperador ( Marco Aurelio) que las propuestas de un soñador ( Nietzsche). Muchos han sido los análisis del que quizás fue el único Emperador-filósofo: Marco Aurelio. Nos llega con este libro un estudio sobre sus meditaciones, en el contexto de la época y del escritor, que serán dificilmente no ya superadas sino tan siquiera igualadas. El autor, uno de los grandes filósofos franceses del último tercio del siglo XX: Pierre Hadot.
 Pierre Hadot nació en 1922 y murió en 1920. Es un estudioso excepcional de la filosofía antigua que ha defendido que hay que entenderla no como un discurso sino como una forma de vida. La teoría se justifica por una práctica. Hay que saber pensar para poder pensar bien. Hay que saber actuar para poder actuar bien. La palabra que Hadot considera más adecuada para esta comprensión de la la filosofía era la de ejercicio espiritual. Sin connotaciones religiosas, ni tan solo espiritualistas, la filosofía se entiende así como una transformación interna profunda y global, no solo como un ejercicio intelectual. En este sentido hubo una proximidad en su última etapa con Michel Foucault, cuya prematura muerte impidió un debate que sin lugar a dudas hubiera sido apasionante y fecundo.
Lo primero que hay que saber para entender un texto es cual es la intención y a partir de aquí ver como podemos actualizarlo.Para Hadot está claro : la meditaciones petenece al género de lo que los antiguos llamaban hyponnemata, que quiere decir escribirse o hablarse a uno mismo. Nos podemos preguntar para que escribe uno para sí mismo. Los diarios pueden servir como un ejercicio estilístico o como una forma de autoconocimiento. Pero no es éste el sentido del que hablamos. De lo que se trataba es de escribir unos dogmas, los propios de la escuela estoica, para recordarlos de manera permanente, para tenerlos siempre presente. Como una especie de guía práctica que Marco Aurelio escribía para sí mismo, pero siempre desde la escuela a la que pertenecía, el estoicismo. No se trata de ser original ( no hay que crear conceptos, como decía Deleuze) sino de vincularse a una tradición. Esta tradición tiene unos fundadores, que son Zenón y Crisipo, el siglo III A.C. En Atenas. Su lema : vivir de acuerdo con uno mismo, de una manera coherente. Pero este uno mismo no es el yo singular, sino la Razón Universal. Hay unas reglas establecidas, unos dogmas que hay que aceptar, que son los de la escuela a la que se pertenece: el estoicismo. Lo que cambia de un filósofo a otro es el estilo personal, la manera de enseñar o la presentación de la doctrina. El estoicismo nace como fusión de la ética socrática, ka física heraclitiana y la argumentación aristotélica. Parte de la Unidad de todas las cosas marcadas por una Lógica ordenadora. El filósofo aspira a la perfección moral, a la sabiduría. Quiere hacer siempre lo más verosímil y lo más correcto. El discursos teórico sirve para orientar la acción porque su finalidad es práctica.

martes, 15 de diciembre de 2015

LA VERDAD Y EL DELIRIO

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Escrito por Luis Roca Jusmet

 Si la alucinación se da en el terreno perceptivo, entonces podemos considerar que, por definición, es falsa. ¿ Qué es en realidad una alucinación ? Tanto Merleau-Ponty cuestionan la definición de que es una percepción sin objeto. Este planteamiento no es correcto justamente porque el sujeto que alucina tiene una percepción de un objeto diferente de la de los otros. Entonces podemos afirmar que la percepción común es la que se corresponde con el sistema sensorial humano. Y aunque esta sea parcial, de alguna manera se corresponde con el mundo, es decir se adecua a él porque si fuera de otra manera no podríamos sobrevivir en él, puesto que la información que recibiríamos nos impediría adaptarnos al medio. Diríamos entonces que cualquier especie tiene un sistema sensorial que parcialmente capta el entorno en el que se mueve. Pero la percepción se da, como la alucinación, en el terreno de lo iamginario, al igual que el mimetismo que nos permite adaptarnos al entorno. Lo compartimos con los animales.
 En el caso humano tenemos otro registro, que es el simbólico. Es el que nos convierte en un ser parlante y es por tanto el que convierte su percepción en una proposición. Una proposición que en la que afirma o niega algo, es decir en la que se formula un juicio. Esta es la concepción de verdad que heredamos de Aristóteles, o como mínimo de sus intérpretes, que van de la escolástica al positivismo. Y esta proposición, para considerarse verdad, la comparamos con la percepción común. Percepción común que quiere decir la percepción de cualquiera, no de un grupo concreto que podría estar atrapado en una alucinación colectiva. El que alucina, aunque su sistema sensorial le da la misma información que a los otros, sustituye este objeto por otra imagen que produce su mente y que colocaría en el lugar del objeto de la percepción. Por lo tanto la alucinación no sería un error, porque para hablar de error deberíamos considerar coordenadas comunes. Tampoco una falsedad porque no hay una intención de engañar. La alucinación es una locura perceptiva, por decirlo así. 
 Cerramos entonces el circulo sobre la verdad. Lo cerramos porque como decía Frege la idea de verdad es axiomática. Planteamos la verdad como adecuación porque consideramos que aquello de lo que tenemos percepción, es decir experiencia, es verdadero. Pero es que no tenemos otra salida. 
 No la tenemos porque el camino opuesto sería el de Nietzsche, que es el de considerar toda verdad como ficción.

viernes, 11 de diciembre de 2015

LA VERDAD Y LA ILUSIÓN



Escrito por Luis Roca Jusmet

Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación. El resto no son sino decepciones y fatigas. Nuestro viaje es por entero imaginario. A eso debe su fuerza. Va de la vida a la muerte. Hombres, animales, ciudades y cosas, todo es imaginado. Es una novela, una simple historia ficticia. Lo dice Littré, que nunca se equivoca. Y además, que todo el mundo puede hacer igual. Basta con cerrar los ojos. Está al otro lado de la vida.

                                                                                                    Louis Fedinand Céline  

   En  un condensado texto Julián Marías reflexiona sobre el significado de la palabra ilusión en la lengua española. En él plantea diferentes sentidos del término, extraídos tanto de la tradición filosófica como de la literaria:
 1) El término ilusión tiene varios significados pero el que acaba dominando es el de engaño.
  2) En nuestra lengua hay un añadido lingüístico que enriquece el concepto al vincularlo a un sentido positivo: entusiasmo, víspera de gozo (por utilizar la expresión poética de Pedro Salinas). 
 3) Hay siempre una perspectiva de futuro en el sentido de ligarlo a un proyecto, que es lo genuinamente humano. En la anticipación hay siempre una recreación.
  4) La ilusión se presenta como una realización proyectiva del deseo y hay por lo tanto una relación complementaria entre ambos conceptos. Hay una sucesión temporal en la que la ilusión es siempre posterior al deseo. Podríamos definir la ilusión como un deseo con argumento. Siempre hay que tener en cuenta que deseo e ilusión  pertenecen a diferentes planos y que el desenlace de la relación entre ambos puede llevar a la desilusión. 
 5) La ilusión también se vive como referida a una ausencia: es una incitación a que se manifieste algo que está ausente y por lo tanto exige como resultado satisfactorio la presencia del objeto.
  Julián Marías presenta además como ejemplificación de esta proceso la obra de Pedro Calderón de la Barca La vida es sueño, donde los dos términos (vida/sueño) no se presentan como antagónicos, tal cómo lo aparecerían en sus significados más convencionales. Más bien hay que entenderlos como una paradoja  que apunta al enigma de la condición humana. Los sentidos tercero y cuarto tienen relación con la fantasía en el sentido del capítulo anterior, por lo cual me remito a lo ya dicho. El quinto sentido es muy complejo y está en relación con todo lo que hemos planteado sobre  los restos de la percepción y como estos se transforman en fantasía.. El segundo sentido hay que mantenerlo para no olvidarnos que la ilusión es siempre una búsqueda de gozo.
 Queda sobre todo el primer sentido, que es el de la ilusión entendida como engaño o autoengaño. Pero sin perder de vista su relación con las ideas de proyecto, deseo, gozo y ausencia. Hay un autoengaño que crea unas falsas expectativas. Desde el deseo distorsionamos la realidad y aparece por tanto como un obstáculo cognitivo.
 Julián Marías coincide aquí en su análisis de la ilusión con lo que plantea Sartre referido al imaginario. Ello en el triple sentido que la vincula al engaño, al proyecto orientado por el deseo y a la ausencia. Podemos incluso hacer un paralelismo inesperado con Lacan cuando Julián Marías relaciona ilusión con la exigencia de la presencia del objeto y la satisfacción consiguiente. Para Lacan la frustración se ubica exclusivamente en el registro imaginario, como plantea en su seminario sobre las relaciones de objeto. Considera  que nos sentimos frustrados cuando nos falta un objeto real que está ausente y que lo deseamos  presente. Éste es precisamente el fenómeno que genera la ilusión. 
 Si nos referimos a la tradición psicoanalítica hay que volver  al viejo Freud. Trata el tema de la ilusión en un escrito tardío, donde lo define de una manera muy precisa: “Una creencia que está motivada, sobre todo, por el anhelo de cumplir un deseo, prescindiendo de su relación con la realidad, de la misma manera que la ilusión renuncia a cualquier garantía de realidad”.Aparece, de esta manera, como la realización imaginaria de un deseo infantil inconsciente. Cómo tal es indestructible y sostiene con su energía todo lo que queremos a lo largo de nuestra vida. La ilusión, según Freud, está cerca del delirio, aunque se diferencia de éste en que la primera es más simple y no se manifiesta en abierta contradicción como el segundo. Una ilusión no es un error, ya que no señala una falsedad desde el punto de vista fáctico, pero tampoco es una imposibilidad lógica, ya que es tan irrebatible como indemostrable.
 Si salimos del psicoanálisis para volver a la tradición filosófica es quizás Clemence Rosset, el autor que ha elaborado de la manera más original la contraposición entre las nociones de realidad y de ilusión. Este planteamiento lo inicia  Rosset con un libro titulado Lo real y su doble, que precisamente subtitulará Ensayo sobre la ilusión Los humanos, dice, tenemos poca tolerancia con lo real y éste se vuelve insoportable cuando nos resulta excesivamente desagradable. Entonces rechazamos lo real de diversas maneras. Lo hacemos en el límite con soluciones trágicas, que van de la autoaniquilación física (el suicidio) hasta la destrucción mental (la psicosis).
 Pero hay también una solución de compromiso, menos trágica y que consiste en la  pérdida parcial de lo realidad insoportable a través de la represión. Recordemos a Freud cuando nos habla de que no solo hay pérdida de realidad en la psicosis sino también en la neurosis.. Rosset, en este texto, estudia una manifestación sofisticada y opaca de la ilusión que es la que él llama la creación de un doble, que es la elaboración de una percepción inútil (aunque errónea). No hay que considerar aquí el doble como el fenómeno anómalo y patológico propio de la esquizofrenia sino de algo mucho más común y cotidiano. El estudio se centra  entonces en las manifestaciones culturales a través de las cuales se manifiesta este fenómeno: la ilusión oracular (vinculada a la tragedia griega), la ilusión metafísica (propia de las filosofías idealistas) y la ilusión psicológica ( que es la del hombre y su doble). El análisis de Rosset  tiene un planteamiento que me parece algo forzado, ya que de lo que nos habla es de construcciones culturales que considero que tienen un carácter muy parcial, aunque vale la pena entrar en algunas de sus sugerencias.
  La ilusión oracular de la que nos habla no es de lo que parece, que es la de una supuesta capacidad de predicción del futuro, sino una implacable afirmación del carácter necesario y asfixiante del presente, de lo que ocurre ahora. No hay nunca un doble del acontecimiento porque la realidad es idiota; esta palabra, si nos remitimos a su etimología griega quiere decir  simple, singular y por tanto insignificantemente, absurdamente única.
  Pasamos a continuación de la ilusión oracular, que sería un doble del acontecimiento, a la ilusión metafísica, que nos lleva a duplicar lo real. Este mecanismo funciona creando Otro mundo que se considera más real que éste. El planteamiento, evidente en el cristianismo, nos remite desde la tradición filosófica a Platón. Esta ilusión nos llevaría a afirmar que lo real no tiene un sentido propio, sino en que hay que buscarlo en otra parte. Lo real inmediato y físico, desde el discurso platónico, se considera como el un remedo engañoso de otro más perfecto, al que sólo podemos acceder a través de la razón y que es la que le da sentido. El pensamiento metafísico se funda en un rechazo visceral de lo presente, que solo puede ser visto como la representación de Otra Cosa, de Otro Mundo.
 De la ilusión metafísica pasa Rosset a la ilusión psicológica en la cual el yo es visto como el doble de otro, pero ésta me parece una especulación demasiado artificiosa para desarrollarlo aquí.
  Lo que me interesa recoger de Rosset es la función que atribuye a la ilusión como protección frente a lo real. Rosset sigue aquí la línea de Freud al considerar que lo ilusorio no es un error sino  la proyección improbable de un deseo. Pero le da un giro al plantear que la ilusión representa no sólo una escapatoria frente a lo real sino también una defensa frente a ella. La ilusión de la que hablamos no es la generada por los sentidos, ya que si fuera éste el caso entonces quedaría reducida a un error perceptivo o de juicio. Todas las formas de contestación de lo real, plantea Rosset, sean las de ayer o las de hoy, se apoyan de diferentes formas en un doble ideal.

jueves, 3 de diciembre de 2015

LA VERDAD



  Luis Roca Jusmet

 La concepción más consensuada de la verdad es la que plantea Aristóteles. Es la concepción de la verdad como adecuación. Se trata de considerar a la verdad como una propiedad de nuestro juicio sobre el mundo. Lo cual significa que la verdad reside en nuestra capacidad para captar el mundo, sus hechos y sus procesos. Cuando lo que pensamos se corresponde con lo que hay entonces hay verdad en nuestro pensar. Las cosas son lo que son y la verdad o falsedad radica en la manera como lo captamos. De aquí pueden surgir muchos matices. El pensamiento puede reducirse al lenguaje y entonces es en nuestros enunciados, en nuestro decir donde radica la verdad. También podríamos entender el mundo en el sentido fenoménico ( que significa la manera como aparece a los humanos) o en el sentido estricto ( el mundo es tal como aparece). Incluso la versión kantiana se puede incluir en este planteamiento.
  La pregunta radical es, por supuesto, como podemos acceder al mundo al margen del lenguaje y del pensar, ya que si se trata de una adecuación de este con el mundo entonces debe haber una manera de captar el mundo más allá del pensar del decir. La única vía es la de la experiencia. ¿ pero que entendemos por experiencia ? ¿ No está la experiencia ya transformada por el pensar y el decir ?
Por supuesto que sí. Esto significa que la adecuación es siempre fenoménica, es decir que no podemos caer nunca en un realismo ingenuo. El realismo debe ser crítico y hemos de partir que la verdad es siempre una verdad humana, a escala humana.
 Nietzsche introduce una serie de elementos interesantes aunque su conclusión es errónea. Elementos que todos ellos se incluyen en su perspectivismo. Se trata de entender que nos movemos siempre en una perspectiva humana que esta determinada por el cuerpo y por el lenguaje. El cuerpo es nuestra antena por el campo perceptivo que define. Cada especie tiene un campo perceptivo limitado que capta una información particular del mundo. Por otra parte tenemos el lenguaje, que es una construcción simbólica arbitraria de significaciones sobre el mundo. Finalmente una relaciones de poder que determinan lo que se considera el saber, por lo tanto, la verdad. La conclusión es que la verdad es una ficción. No estoy de acuerdo.
 Lo que podemos aceptar del planteamiento de Nietzsche es que la verdad es una construcción simbólica humana, y por tanto se inscribe en una perspectiva humana. Pero ya lo dijo Kant cuando estableció la diferencia entre el fenómeno y el noúmeno. No es un planteamiento original. Esta construcción no es únicamente fenoménica sino que es también cultural. En este sentido lo único que podemos matizar de la afirmación de Nietzsche es que aunque la lengua sea fundamental en esta construcción cultural de la verdad no es cierto que cada lengua sea una interpretación del mundo. únicamente si comparamos lengua radicalmente diferentes estos es parcialmente cierto, como argumentó Chomsky al señalar las estructuras innatas de cualquier lengua. En este sentido estamos condicionados por la lengua como estructuración simbólica de la verdad y esto se concreta con matices en cada lengua.Yo hablaría, siguiendo a Castoriadis, de un imaginario social de la verdad.

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