martes, 2 de febrero de 2016

PIERRE HADOT : WITTGENSTEIN Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES



 Escrito por Luis Roca Jusmet




En la excelente entrevista que Jeannie Carlier y Arnold I. Davidson realizan a Pierre Hadot ( La filosofía como forma de vida, muy bien traducido por María Cucurella Miquel para Alpha Decay) el filósofo francés precisa como surgió y se desarrolló su interés por Wittgenstein. Lo que le llamó la atención fue su alusión a la mística en un filósofo que, en principio, trataba de lógica y se situaba, por lo menos en la época que escribió el Tractatus, en la órbita del neopositivismo. O esto era lo que parecía, o les parecía a sus amigos del Circulo de Viena ( al que, por cierto, nunca asistió).
 Hadot empieza leyendo la traducción italiana para luego ir a leer el original alemán ; hizo su propia traducción al francés, aunque no la publicó porque acababa de editarse la de Pierre Klosowski, por otra parte excelente. Hadot publicó el año 1959 un artículo para la Revue de Métaphysique titulado "Reflexiones sobre los límites del lenguaje a partir del Tractatus Lógico-Philosophicus de Wittgensetin. El mismo año, en "Critique" publica  dos artículos sobre "Wittgenstein, filósofo del lenguaje." El año 1962, en la Revue de Métaphysique, publica "Juegos de lenguaje y filosofía". Hadot tenía por aquella época 40 años y su orientación filosófica ya estaba encaminada. Se trata de entender la filosofía como forma de vida. Los antiguos fueron su base, pero Wittgenstein también  la expresión filosofía como forma de vida le fue sugerida por su teoría de los juegos del lenguaje. Estamos hablando ya aquí, de la segunda etapa de Wittgenstein, que expondría en sus Investigaciones filosóficas. Si el primer libro, el "Tractatus" estaba escrito en forma de aforismos, éste, en cambio, resultaba dificil de leer por su dispersión y carácter poco sistemático. Todos estos artículos aparecen recopilados por el mismo Hadot en un libro que titula Wittgenstein y los límites del lenguaje ( traducido, también de manera muy cuidada, por Manuel Arranz, para la editorial Pretextos). El libro incluye, además, un prefacio de Hadot muy interesante, la carta que el envió la mayor experta inglesa en Wittgenstein, Élisabeth Anscombe y un breve pero sugerente artículo de Gottfried Gabriel llamado " ¿ La lógica como literatura ? Observaciones sobre el significado de la forma literaria en Wittgenstein.
 Empecemos por el prefacio. Aquí, un Hadot ya maduro, sitúa a Wittgenstein en la tradición de los ejercicios espirituales, es decir de la filosofía como forma de vida basada en la transformación de uno mismo. hay que entender entonces, siguiendo así no solo a Wittgenstein sino también a Ortega, al discurso filosófico como un juego de lenguaje que se corresponde con una forma de vida. Aquí Hadot quiere precisar que es lo que significa la palabra místico en Witgenstein.No es una teología negativa ( como en Plotino) ni una experiencia extática ( como en San Juan de la Cruz) sino una experiencia propia. Experiencia que es indecible porque es inexpresable, más que porque se refiera a un Inefable. El lenguaje tiene sus límites y de lo que no se puede hablar más vale callar, solo se puede mostrar. Esto es lo místico, lo que se muestra porque no puede ser dicho. Tiene que ver con el asombro de ver el mundo como "un milagro" ( no sé si la traducción es la más adecuada). Aquí señala la influencia de Schopenhauer en Wittgenstein. Ciertamente esta influencia fue muy importante y en Schopenahauer la redención por la contemplación puede entenderse en este sentido. Parece claro que, más allá de la lectura de su maestro Russell, Schopenhauer fue el único filósofo que trabajó a fondo y que le influenció seriamente. Como lo hizo la literatura de Tolstoi y su propuesta de vida evangélica, que en una etapa de su vida Wittgenstein llevó a la práctica de manera concreta. Hadot afirma su disconformidad con Wittgenstein y su escepticismo respecto al ideal de vida silenciosa y su proyecto de eliminación de la filosofía. Hadot considera, por el contrario, que la filosofía es el camino que nos conduce a la sabiduría, sin llegar nunca a alcanzarla. Es la filosofía como práctica la que nos permite este camino hacia la sabiduría. A través de la cosmología, de la ética y la estética.
 De hecho los artículos son más una exposición sintética e inteligente de lo que dice Wittgenstein que una reflexión crítica sobre su obra. Esto lo manifestará la misma Anscombe en su carta, junto con alguna corrección puntual de su formulación. Hadot insiste, esto sí, en la continuidad de Wittgensetin a lo largo de su obra. Señalando, por supuesto, que en la segunda etapa Wittgenstein renuncia a una formulación ideal del lenguaje porque considera que el lenguaje cotidiano es perfecto, no necesita ser mejorada. Ello, por supuesto, sobre la base del cuestionamiento del isomorfismo esta la estructura del mundo y la del lenguaje que no es poco. ya no se trata de representar al mundo desde un lenguaje que puede hacerlo. Se trata de entender el lenguaje como la caja de herramientas a partir de la cual formulamos juegos que se adecuan a una forma de vida o, de manera más modesta, a una finalidad concreta. El lenguaje no siempre describe. A veces expresa ( que lo es lo mismo que describir una emoción : es la conducta emocional misma que se hace pública); a veces ordena ( que no es decribir una conducta sino la conducta misma). La filosofía se confunde cuando lo considera unicamente explicativo.
 En el último artículo Hadot si se arriesga algo más, en una elaboración más personal sobre el lenguaje y su función. Sobre todo señalando ( y esto lo acercaría a Heidegger) que el lenguaje es nuestra morada. Que el lenguaje no es el medio para pensar ni para describir objetos sino que es la manera como pensamos y la manera como constituimos nuestro mundo de objetos. Quizás la expresión del lenguaje como caja de herramientas puede confundir, en el sentido de considerar el lenguaje como un medio y no como un organizador. Hadot lo deja claro cuando se refiere a la necesidad de volver a leer a Kant desde el "a priori" linguístico. Quizás aquí habría que decir que seguramente fue Nietzsche, con su texto juvenil Verdad y mentira en sentido extramoral, el primero que lo intuyó. Es una lástima que Hadot no profundice en la crítica a Wittgenstein respecto a la necesidad de superar la filosofía. Aunque lo que sí deja claro Hadot es que la antifilosofía de Wittgenstein es, en realidad, una filosofía. De esta manera estaría de acuerdo con Alain Badiou cuando señala a Wittgenstein, junto a Nietzsche y a Lacan, como los "antifilósofos" que renuevan, paradógicamente, la filosofía de su tiempo.
 Como nota personal quiero señalar la manera como esta exposición de Hadot me sugiere algo de lo que ya se ha hablado que es la afinidad de Wittgenstein con el budismo zen. Para el zen hay que mirar lo cotidiano como una mirada transformadora que te devuelge a los orígenes. es decir, que vemos las cosas con una mirada ordinaria para descubir lo extraordinario en lo ordinario. No hay nada que cambiar, todo está en su sitio. Lo único necesario es constatarlo. La idea de Wittgenstein del Tractatus como una escalera que hay que tirar una vez hemos subido con ella y o el lenguaje cotidiano como algo que no hay que forzar ni superar están en esta línea. Como lo está también la comparación que hace el filósofo y sinólogo suizo Jean François Billeter cuando dice en sus lecturas de Zhuang Zhi que hay una gran afinidad entre este sabio chino y Wittgenstein. Los dos, dice, hablan de la actividad filosófica como una descripción del mundo. No hay nada que explicar, solo hay que describir. Y mostrar lo que no puede ser descrito por el lenguaje, cuando nos enfrentamos a sus límites.

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