viernes, 12 de febrero de 2016

MICHEL FOUCAULT, CRÍTICO DEL PSICOANÁLISIS


Escrito por Luis Roca Jusmet

 Para entender la línea, a la vez oscilante y crítica, de Michel Foucault hacia el psicoanálisis, debemos dividir su planteamiento en la tres etapas de la arqueología del saber, la genealogía del saber y la hermenéutica del sujeto, que se correponden más o menos a las décadas de los 60, 70 y 80.
 Si nos referimos a la arqueología del saber hay que referirse  sobre todo a “El nacimiento de la clínica”, “La historia de la locura” y “las palabras y las cosas”. Hay se plantea una triple dimensión, dos de las cuales son críticas y la otra no. La primera es incluir a la psicoanálisis dentro d ela mirada médica. La mirada médica moderna despoja al sujeto enfermo de su saber y convierte al médico al único que sabe sobre el enfermo, tratando lo singular a partir de la aplicación de un saber universal sobre la enfermedad. La segunda dimensión es la que incluye al psicoanálisis dentro de la psiquiatría. La psiquiatría aparece cuando se despoja de su verdad al loco al clasificarlo como un enfermo de la sin-razón, es decir de la mentira. Es Descartes el primero que excluye al loco de la verdad, porque el loco es la sinrazón y esta es lo contrario de la razón, único camino hacia la verdad. El loco pierdo su estatuto simbólico y se le encierra. El psicoanálisis forma parte de los dispositivos morales para recuperar al alienado. Finalmente en las “palabras y las cosas” se considera al psicoanálisis como una de las bases de las ciencias humanas d ela modernidad, basadas en el inconsciente. En el pequeño texto “Marx, Freud, Nietzsche” defiende a los maestros de la sospecha como defensores de la hermenéutica del texto frente a la semiótica en la que todo en la naturaleza es un signo.
 La segunda etapa es la de la genealogía de la moral, cuyos textos fundamentales serán “Vigilar y castigar” , “la verdad d las formas jurídicas “y el primer volumen de “ La historia de la sexualidad” titulado La voluntad de saber. Pero hay que contar también con el curso de 1973-4 “Poder psiquiátrico”  y el de 1977-8 “Seguridad, territorio y población” y también la presentación de “El anti-Edipo” de Deleuze y Guattari. Varias cuestiones se plantean aquí. En “Vigilar y castigar” y “El poder psiquiátrico” Es el poder disciplinario sobre los cuerpos y las mentes que surge con la modernidad. El psiquiatra utiliza el poder sobre los cuerpos de los locos y el psicoanálisis tiene un pseudopoder, porque es sobre las mentes y no dispone de los dispositivos coercitivos del psiquiatra, pero está en su misma lógica disciplinaria. Luego está el tema del poder pastoral. El poder pastoral, tal como lo conocemos, es un invento del cristianismo.  Es una manera de dominar las almas a través de una relación de dependencia absoluta en la que, por primera vez, la obediencia se entiende no como un medio sino como un fin, como una virtud. Se trata de que el pastor domina al rebaño en su conjunto y a cada uno de sus miembros en particular, dirigiendo las conciencias e imponiendo una penitencia. La verdad es la transmitida por el sacerdote, que prescribe la ley y conduce al rebaño a la salvación. Pero además cada miembro del rebaño debe conocer su verdad y confesarla. Confesar la verdad de su deseo. En este sentido el psicoanalista es el heredero de este director de conciencia que escucha la confesión de su paciente. Está después toda la cuestión del Edipo. El psicoanalista se convierte así en un técnico de l deseo cuya función es reducir su diversidad múltiple a la ley binaria de la estructura y la falta. El deseo vinvulado a la norma, a la a la ley, al padre necesario en definitiva. Teorizar la castración, el límite, como el paso necesario para el deseo. Universalizar el sujeto a partir de todas estas categorías.
 Finalmente tenemos la etapa final de Foucault, la de los años ochenta. Aquí Lacan plantea un cara a cara con Lacan, el único psicoanalista interesante para Foucault. De él dirá en “la hermenéutica del sujeto” que es, con Heidegger, el único pensador del siglo XX que tratará la relación entre sujeto y verdad.  Foucault y Lacan se respetaban mutuamente pero sus perspectivas eran diferentes. Pueden ser compatibles pero dudo que sean, como plantea Jean Allouch, complementarias. Quizás es lo fallido de su encuentro lo que puede ser interesante y fecundo.


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