Escrito por Luis
Roca Jusmet
Para entender la línea, a la vez oscilante y
crítica, de Michel Foucault hacia el psicoanálisis, debemos dividir su
planteamiento en la tres etapas de la arqueología del saber, la genealogía del
saber y la hermenéutica del sujeto, que se correponden más o menos a las
décadas de los 60, 70 y 80.
Si nos referimos a la arqueología del saber
hay que referirse sobre todo a “El
nacimiento de la clínica”, “La historia de la locura” y “las palabras y las
cosas”. Hay se plantea una triple dimensión, dos de las cuales son críticas y
la otra no. La primera es incluir a la psicoanálisis dentro d ela mirada
médica. La mirada médica moderna despoja al sujeto enfermo de su saber y
convierte al médico al único que sabe sobre el enfermo, tratando lo singular a
partir de la aplicación de un saber universal sobre la enfermedad. La segunda
dimensión es la que incluye al psicoanálisis dentro de la psiquiatría. La
psiquiatría aparece cuando se despoja de su verdad al loco al clasificarlo como
un enfermo de la sin-razón, es decir de la mentira. Es Descartes el primero que
excluye al loco de la verdad, porque el loco es la sinrazón y esta es lo
contrario de la razón, único camino hacia la verdad. El loco pierdo su estatuto
simbólico y se le encierra. El psicoanálisis forma parte de los dispositivos
morales para recuperar al alienado. Finalmente en las “palabras y las cosas” se
considera al psicoanálisis como una de las bases de las ciencias humanas d ela
modernidad, basadas en el inconsciente. En el pequeño texto “Marx, Freud, Nietzsche”
defiende a los maestros de la sospecha como defensores de la hermenéutica del
texto frente a la semiótica en la que todo en la naturaleza es un signo.
La segunda etapa es la de la genealogía de la
moral, cuyos textos fundamentales serán “Vigilar y castigar” , “la verdad d las
formas jurídicas “y el primer volumen de “ La historia de la sexualidad”
titulado La voluntad de saber. Pero
hay que contar también con el curso de 1973-4 “Poder psiquiátrico” y el de 1977-8 “Seguridad, territorio y
población” y también la presentación de “El anti-Edipo” de Deleuze y Guattari.
Varias cuestiones se plantean aquí. En “Vigilar y castigar” y “El poder
psiquiátrico” Es el poder disciplinario sobre los cuerpos y las mentes que
surge con la modernidad. El psiquiatra utiliza el poder sobre los cuerpos de
los locos y el psicoanálisis tiene un pseudopoder, porque es sobre las mentes y
no dispone de los dispositivos coercitivos del psiquiatra, pero está en su
misma lógica disciplinaria. Luego está el tema del poder pastoral. El poder
pastoral, tal como lo conocemos, es un invento del cristianismo. Es una manera de dominar las almas a través
de una relación de dependencia absoluta en la que, por primera vez, la
obediencia se entiende no como un medio sino como un fin, como una virtud. Se
trata de que el pastor domina al rebaño en su conjunto y a cada uno de sus
miembros en particular, dirigiendo las conciencias e imponiendo una penitencia.
La verdad es la transmitida por el sacerdote, que prescribe la ley y conduce al
rebaño a la salvación. Pero además cada miembro del rebaño debe conocer su
verdad y confesarla. Confesar la verdad de su deseo. En este sentido el
psicoanalista es el heredero de este director de conciencia que escucha la
confesión de su paciente. Está después toda la cuestión del Edipo. El
psicoanalista se convierte así en un técnico de l deseo cuya función es reducir
su diversidad múltiple a la ley binaria de la estructura y la falta. El deseo
vinvulado a la norma, a la a la ley, al padre necesario en definitiva. Teorizar
la castración, el límite, como el paso necesario para el deseo. Universalizar
el sujeto a partir de todas estas categorías.
Finalmente tenemos la etapa final de Foucault,
la de los años ochenta. Aquí Lacan plantea un cara a cara con Lacan, el único
psicoanalista interesante para Foucault. De él dirá en “la hermenéutica del
sujeto” que es, con Heidegger, el único pensador del siglo XX que tratará la
relación entre sujeto y verdad. Foucault
y Lacan se respetaban mutuamente pero sus perspectivas eran diferentes. Pueden ser
compatibles pero dudo que sean, como plantea Jean Allouch, complementarias.
Quizás es lo fallido de su encuentro lo que puede ser interesante y fecundo.
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